
Los segundos discos en general son una representación completamente distinta a lo que una banda fue en sus inicios. Es una apuesta que los grupos hacen, renegando del arte ya creada, buscando un horizonte a veces imposible de encontrar. Pero hay músicos que saben trascender de una etapa a la otra sin perder su esencia. The Spitfires muestra en su regreso un talento para conservar su frescura sin dejar de lado su evolución. El ansiado regreso del cuarteto de Watford es un nuevo despertar mod en la escena musical inglesa.
A Thousand Times mantiene, en su mayoría, el espíritu de la banda, sin comprometer demasiado lo que mostraron en su primera entrega. Los singles So Long y The Suburbs (we can’t complain), al igual que I Don’t Even Know Myself y la canción que da nombre al disco tienen gusto a las primeras canciones de The Spitfires. Sin embargo, no muestran tanta furia como en su debut. La lucha de clases y la angustia adolescente siguen primando en las canciones, pero los temas se desarrollan de otra forma. Menos empuje y más reflexión. Las letras de Sullivan siguen dando de qué pensar, pero la música acompaña con mayor delicadeza.
Además, el rol de Billy Sullivan es mucho más amplio. No particularmente como cantante, pero sí como guitarrista. Ahora le da otro espacio a su instrumento. Su costado punk no ha desaparecido por completo, pero cada vez se apoya más en sus compañeros, especialmente en Chris Chanell (tecladista). En On My Mind, Return To Me y Last Goodbye se oye claramente una nueva concepción de los cuatro de cómo deben sonar, el crecimiento convertido en canción.
Day to Day sorprende desde el primer segundo con su marcha distorsionada. Parece una burbuja en el tiempo que te lleva a la década del 60 o del 70, como sacada de un disco de Led Zeppelin o Deep Purple. Es la canción más potente del disco. Asimismo, al cuarteto de Watford le gusta jugar con los contrastes en su lista de temas. Seguido a Day to Day viene Open My Eyes. Billy canta acompañado de su guitarra acústica y un violín en su canción más dulce a la fecha. Es una de sus mejores composiciones, tanto en concepción como ejecución. Casi llegando al final del disco aparece su único error, el tema de relleno. On My Mind (reprise) se oye como una parte recortada de On My Mind que intenta aprovechar el recurso que habían usado en su primer disco con la canción Serenade, que estaba dividida en dos partes. Sin embargo, en este caso no está bien logrado.
A Better Life y su melancolía electroacústica marca el fin de un muy segundo álbum que supera las expectativas. Se nota la madurez de la banda, una nueva forma de entender las cosas y encarar su música, pero siempre manteniendo las raíces mod que los llevaron a donde están.
Eso sí, a diferencia de lo que se percibía en el disco anterior, el camino a seguir es incierto. Lo seguro es que son una banda a seguir. Su sonido y actitud son una bocanada de aire fresco dentro de una escena llena de bandas que luchan por destacarse, pero parecen el tributo a un movimiento que hace rato terminó. A Thousand Words es una placa que reafirma que The Spitfires es parte del futuro del rock inglés.
Una vez más, tuvimos acceso en forma exclusiva al segundo álbum de estudio de The Spitfires a través del departamento de prensa de la banda.
El segundo álbum de The Spitfires sale a la venta el día 26 de agosto y pueden comprarlo en este LINK
TXT: Alan Mealla
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